Aragonés, harto de la actitud de Raúl

Luis Aragonés está cansado del comportamiento de Raúl. Y no sólo de él. También lo está de la actitud de Cañizares y Salgado, las otras 'vacas sagradas' del equipo nacional. Algunos futbolistas no están acostumbrados a la suplencia y ahora no aceptan esa condición. El técnico y su equipo de trabajo no entienden ese talante, porque opinan que los tres deberían estar agradecidos de su presencia en el Mundial.

Aragonés convocó al portero del Valencia en un acto de generosidad por la excelente temporada en su club, y ahora se encuentra, a su entender, con un obstáculo en mitad del camino. De hecho, la discusión entre ambos la semana pasada no fue fruto de la casualidad y se pusieron paños calientes a una situación que no tiene vuelta de hoja. También Míchel Salgado tiene su deuda con el seleccionador nacional. Desapareció de la titularidad en el Real Madrid con la llegada de Cicinho en el mercado de invierno y, pese a todo, siempre estuvo en la lista buena que manejó el técnico.

Pero lo más llamativo es el enojo con Raúl. Hoy por hoy, un jugador más, al fin y al cabo. Pero Raúl es, o era al menos hasta hace pocas fechas, el capitán, el portador de los galones, el icono, el que soportaba las críticas y tiraba del carro. Y todo lo que le afecta se agranda. Igual que si Cafú, Totti, Ballack, Sorín o Zidane fuesen suplentes en sus selecciones sin aparente justificación.

Su mayor defensor

Aragonés ha defendido a Raúl contra viento y marea de un sector de la Prensa y de la afición que no compartía que se mantuviesen los galones a un futbolista lesionado de gravedad y cuyo juego genera dudas desde hace al menos dos temporadas. 'El Sabio de Hortaleza' le ha esperado, buscado un sitio en el equipo en los encuentros amistosos y ha mimado como a ningún otro. Y, a la hora de la verdad, cuando más ncesitaba de su apoyo, el capitán se ha revuelto porque no jugó frente a Ucrania en el partido inaugural y porque tampoco estará mañana ante Túnez.

El distancimiento y la tirantez entre entrenador y capitán se pudo comprobar ayer cuando Luis separó a titulares de suplentes para preparar el encuentro de mañana. Al final del partidillo se produjo una breve conversación entre los dos protagonistas que fue grabada por las cámaras de televisión.

Raúl había estado desacertado en el partidillo de entrenamiento. Su equipo, el de los suplentes, había jugado bien y, de hecho, había superado al de los titulares, pero el delantero madridista falló tres ocasiones clarísimas y acabó la sesión abatido, sin ganas de nada. Al cruzarse con el seleccionador, éste le hizo unos gestos en los que parecía pedirle más ánimo, más tensión. El capitán escuchó las palabras de Luis con indiferencia y un semblante serio; tanto que el 'sabio de Hortaleza', molesto, acabó haciendo un gesto, tocándose el pecho, con el que venía recordarle quién es el responsable del equipo nacional. El jugador asintió entonces por puro compromiso, con la desgana de quien escucha la milonga de un pelmazo, y quiso irse. Luis Aragonés, sin embargo, le retuvo para volver a dejarle alguna cosa clara antes de retirarse ambos a los vestuarios.

Cabizbajo, mudo...

El madridista representa estos días la mejor versión del futbolista suplente desde que supo que no sería titular en el debut. Cabeza baja, cancelación de todas las entrevistas, discurso previsible y vacuo y cierto retintín victimista. Hasta la fecha, nunca se había visto a un Raúl tan elocuente en su íntimo malestar, indisimulable. Tanto en el Madrid como en la selección, en momentos críticos fue muy listo en su actitud, poniéndose una máscara que disfrazara la realidad. Ahora, no. Pese a ello, Luis sigue confiando en el capitán, en sus rol, y quiere su versión más positiva cuando le toque visitar el banquillo. No es dudoso con el '7' y sólo espera que cambie de comportamiento y se diluya cualquier tipo de rebelión que pudiese estar fraguándose al amparo de un resultado negativo con los jóvenes como protagonistas.