31 de enero de 2006

73 días después, Raúl González Blanco entrena tocando el balón

Como cada mañana, Raúl era uno de los primeros en llegar a la Ciudad Real Madrid. Entraba en el vestuario, compartía confidencias con sus compañeros, y se preparaba para un entrenamiento que iba a ser muy diferente a los ejecutados desde el pasado 19 de noviembre. Atrás habían quedado las muletas, las sesiones específicas con los fisioterapeutas o las máquinas del gimnasio. El plan programado por los Servicios Médicos para la semana en la que se despedirá a enero, dejaba un hueco para los movimientos con balón.

Y a las 12:02 horas, tras permanecer durante una hora dentro del recinto del primer equipo, el capitán se calzó las botas y saltó al césped de Valdebebas. En el campo principal, sus compañeros superaban un circuito físico ordenado por el preparador físico, Pau Alberti. Raúl caminaba, bebía agua y cogía dos cueros. Bajaba al terreno de juego concentrando, sabiendo que el paso que iba a dar en su recuperación podía ser casi definitivo. Calentó, hizo carrera continua y escuchó atentamente las indicaciones de San Martín.

Estaba preparado. Y tocó balón. Primero, con un ejercicio de devoluciones, posteriormente en movimientos combinados con salidas en velocidad, a continuación con una pierna, alternándola con la otra, y olvidándose completamente de su rodilla izquierda, aquella que le falló en el Clásico del 19-N ante el Barcelona. Siempre mirando el cronómetro, conectado al pulsómetro que le permitía controlar sus pulsaciones y sus registros. Los movimientos eran agresivos y el ‘7’ no se resentía, es más, pedía a su colaborador mayor intensidad, se sentía con ganas y quería conocer su límite.

Después de cincuenta minutos probando su rodilla izquierda sobre el césped, San Martín puso el colofón con un ejercicio de reactividad, donde Raúl debía golpear a dos balones a la vez en un reducido espacio de juego. Bajó los tiempos marcados al inicio del ensayo, y disparó a la portería situada en el campo haciendo un gesto de satisfacción que reflejaba que había terminado contento. Le pidió una valoración de su jornada al recuperador, que le respondió satisfactoriamente, lo que provocó una sonrisa en el madrileño, que cada vez más cerca reintegrarse al trabajo con el grupo. Aunque la mejor noticia fue la respuesta de su articulación.

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